Te
sientes satisfecho con tu salario pero, ¿qué te falta para ser un empleado
feliz? Cuando tienes motivadores como el desarrollo personal y la
autorrealización, las compensaciones económicas y el salario pueden pasar a
un segundo plano.
Tu
tiempo contra el salario, así es como inicia una relación laboral. Tú pones
tu tiempo, tus capacidades y tus habilidades para recibir, a cambio, un
salario.
No obstante, esto no toca ninguna
fibra ligada a términos emocionales, como sentirte parte de un equipo,
desafíos que te hagan crecer o planes de desarrollo.
Simplemente,
habla de una cuestión transaccional y los temas profesionales son efímeros y
quedan en un segundo lugar. En este sentido, cuando consigues un empleo, el
gusto y la felicidad durarán unas cuantas horas; la satisfacción que te podía
dar, terminó -prácticamente- en el momento que inició.
Hay
factores que no motivan pero, si no están, desmotivan.
El
salario entra dentro de un modelo motivacional que se llama “Factores
higiénicos de la motivación“, y esto revela que hay cosas que no motivan
pero, si están ausentes, desmotivan. Es decir, el salario no motiva pero si
no está en condiciones de mercado y regulado, sí desmotiva. No obstante, lo
cierto es que el “peso” que un empleado puede darle al salario puede ser
diferente con base en la generación a la cual pertenece; es decir, tiene que
ver con cómo vivimos las diferentes generaciones el tema económico.
En
este sentido, existe un cambio relevante entre las generaciones tradicionales
y los millennials. Las generaciones tradicionales veían el salario como un
elemento fundamental para subsistir; ahora en el siglo 21 las personas buscan
más cosas en un puesto de trabajo que la pura sobrevivencia, aspectos como
motivadores relacionales, de desarrollo, de autorrealización y, en ocasiones,
lo económico pasa a un segundo término.
Te
sientes satisfecho con tu salario pero, ¿qué te falta para ser un empleado
feliz?
Desarrollo. Sentir que estás en un
proceso de autotransformación; es decir, lo más importante de tu trabajo no
es lo que logras, sino en lo que te transformas.
Por
ejemplo, cuando ves que has crecido de manera notable: que eres alguien
distinto, con mayor seguridad y mejores competencias que te han llevado a
lograr metas que antes te parecían imposibles de alcanzar.
Sentido
de pertenencia. Sentir que formas parte de un equipo, que te identificas con
sus valores y te entusiasman los objetivos que tienen que lograr. Son ese
tipo de factores los que te vinculan de manera trascendental a la
organización en la que trabajas.
Balance
de vida personal. Hoy más que nunca, para las nuevas generaciones, es más
importante su vida personal que su vida profesional. Actualmente tenemos que
estar pensando en las nuevas generaciones porque las generaciones como la mía
(Baby Boomers), ya vamos de salida. No
tenemos que pensar en qué necesitamos nosotros, sino en qué necesitan las
nuevas generaciones (millennials) y una de las cosas que requieren es,
precisamente, balance de vida personal.
Finalmente,
lo cierto es que un empleado feliz genera personal de alto desempeño.
¿Te
gusta lo que haces?
Si
pensamos en las personas que más admiramos (empresarios, intelectuales),
todos tienen un denominador común: son felices haciendo lo que hacen. Un
empleado feliz, normalmente, se va a desempeñar mejor porque está haciendo lo
que le gusta, lo que disfruta, para lo que está hecho.
La
felicidad está directamente relacionada con logros y es compatible con el
dolor físico. Te está doliendo pero lo estás valorando o te hace feliz. Por
ejemplo, cuando alguien corre un maratón, muy seguramente está dolorido en el
km 35, pero está feliz porque sigue avanzando. La felicidad no tiene que ver
con el placer físico inmediato, tiene que ver con esa realización a largo
plazo.
Por
Raciel Sosa (Alto Nivel)
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