En
promedio una persona tiene 50 000 diálogos internos por día, ¿cuántos de esos
serán negativos? Como líder debes aprender a controlar los pensamientos
limitantes.
David
Burns y otros autores que promueven la terapia racional emotiva plantean que
nuestros pensamientos generan nuestras emociones: “Dime qué piensas y te diré qué sientes”.
Creemos
que los acontecimientos son los que generan nuestros estados emocionales,
cuando en realidad, existe un espacio entre ellos en el que con base en
nuestros patrones mentales y experiencias pasadas, realizamos una interpretación que puede ser funcional o
irracional.
Existen
muchas teorías acerca del pensamiento positivo y la importancia de éste; no
obstante, me gustaría proponerte a identificar cuáles son tus pensamientos
limitantes para poder cambiarlos por otros más eficaces.
En
el liderazgo encontramos tres tipos de creencias irracionales: con respecto a
mí mismo, con respecto a los demás y en relación al ambiente o al mundo.
En
este espacio, hablaremos de tres creencias relacionadas con los demás,
particularmente aquellas que impactan en la gestión de tu equipo.
1.
Etiquetas negativas irremovibles
¿Cuántas
veces has estereotipado a alguien de tu equipo? ¿Has creído fervientemente
que algún miembro está destinado a no desarrollar una habilidad? En ocasiones
escucho por parte del líder de un equipo aseveraciones como: “Pedro no tiene
habilidades comerciales, definitivamente no puede desarrollar relaciones con
otros. Es muy introvertido”.
Es
correcto que desarrollamos ciertas habilidades y poseemos intereses distintos
los cuales nos hacen enfocarnos a ciertos campos, es probable que Pedro
prefiera actividades aisladas y de poco contacto; sin embargo, esa percepción
se asume como inamovible y perpetua. Te quiero preguntar: ¿Tú tienes las
mismas habilidades de hace 10 años? ¿Cuándo fue la última vez que te
descubriste con un talento que pensabas que no tenías? Estoy segura que
encontrarás respuestas. Lo mismo ocurre con tu equipo.
Por
favor, analiza si hay alguien en tu equipo a quien le has rotulado con una
etiqueta negativa y trata de empezar a modificarla.
2.
Todo debería ser armonía
Estamos
educados para buscar la paz, la armonía y para buscar buenas relaciones en
familia, escuela trabajo, etcétera.
Cuando en un equipo no hay estas
características, se puede generar angustia por parte del líder, creyendo que
“deberían estar integrados y llevarse bien”.
Por
supuesto que debe existir un clima de cordialidad para obtener los objetivos
planteados.
A
pesar de este deseo, las situaciones pueden ser diferentes, y una habilidad
básica en el líder será lograr relaciones positivas entre todos, teniendo en
cuenta que siempre será el ideal y no
necesariamente la realidad.
Cuando
en el lenguaje ocupamos un “debería”,
asumimos que los otros tienen los recursos para cumplir con nuestro
mandato; pensamos que pueden hacerlo pero no quieren: “deberían ayudarse
entre ellos”, “deberían decirse lo que necesitan”, etcétera.
¿Qué
pasaría si como líder modificas el “debería” por “me gustaría”? Suena
distinto, y sobre todo, no te generará una emoción de frustración. No
confundas deseos con realidades…
3.
El Redentor
Es
probable que te cueste trabajo aceptarlo, pero esta creencia es una de las
más comunes en los lugares de trabajo. Quiero subrayar que no es exclusivo de
los líderes, pero puede afectar tu gestión si la alimentas constantemente.
¿Cuántas
veces has hecho el trabajo de tus colaboradores porque no hacen las cosas
bien, porque no asumen sus responsabilidades, porque “les falta”? En el
trasfondo de esta actuación, lo que existe es un amor propio desmedido: “No
hacen las cosas como Yo”, “No puedo entender que no puedan hacerlo, es tan
sencillo”.
Generalmente
vemos las situaciones desde nuestros propios patrones y asumimos que los
demás tienen los mismos recursos que nosotros, y nos olvidamos de aceptar las
diferencias, y sobre todo de comprometernos con el rol de formadores de
equipos, no de operadores.
Combate
las creencias irracionales
Podemos
aprender a combatir las creencias irracionales. Para lograrlo, tenemos que
ser más conscientes de nuestro flujo de pensamiento, ya que los pensamientos
limitantes aparecen de manera rápida y automática, y provocan emociones
negativas.
Un hombre cuenta a sus amigos que su párroco
es un santo porque habla todos los días con Dios. Los amigos escépticos le
preguntan: “¿Y tú cómo lo sabes?” “Porque me lo ha dicho él mismo” “¿Y cómo
sabes que no te engaña?” “¿Cómo me iba a engañar un hombre que habla todos
los días con Dios?”
Te
invito a que consideres: ¿En qué nivel te estás aferrando a tus propios
pensamientos? Y recuerda: La
inteligencia fracasa cuando es incapaz de adaptarse a la realidad.
Por
Xóchitl Austria (Alto Nivel)
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